Para leer a Alaín Elías


(Despejarse, por favor, de anteojeras y antifaces...) 

Alaín Elías, bien que lo sé, es un caso especial de ser humano dentro del contexto político-intelectual de nuestro país. Alaín, compañero de Javier en San Marcos, Cuba y Puerto Maldonado, nos entrega, despojando voluntariamente a su prosa (de urgencia, compañero) del menor alarde estilístico, un impresionante cuadro del momento que nos ha tocado vivir... 

Alaín, genuino representante de la generación más limpia y preparada del Perú contemporáneo, a través de este escrito retorna a los suyos; a la región más cobriza y cristalina de su pueblo, con las manos cargadas de amor y de trabajo... No viene, y bien que pudiera hacerlo, a reclamar un puesto dentro de la cacofonía “de izquierda” (así, entre comillas) que ha hecho del sudor y la sangre de los nuestros un confortable lugar para instalar sus posaderas... 

No, el combatiente Elías viene; otra vez, con armas invencibles: con amor, ideas y palabra simple, con la humildad de los grandes, a decirnos, compañero, que la vida del revolucionario no es un sillón aterciopelado. Que la vida, compañero, es la pregunta ardiente. La fatigosa caminata... Obra, la suya, sustentada en el estudio, la experiencia y el amor sin limites... Vasta y contradictoria; como todo lo que está vivo. Explora, descifra y sintetiza algo que nos quieren hacer olvidar los olvidadizos de siempre... 

Agradecido, COMANDANTE, por hacerme recordar que la única tarea del revolucionario, es hacer, compañero, la Revolución... 

Lima, junio de 1980. 

JORGE SALAZAR

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Prólogo del libro de Alaín Elías, Apuntes para una estrategia del poder popular (Editorial Horizonte, 1980)