Universo y locura de Hernández

por Jorge Salazar
Luis Hernández

Gracias a “Vox horrísoma”(1) ya se puede palpar a plenitud las dos mitades de Luis Hernández. La contradicción terrible que hizo de la suya una palabra doliente y dividida, por ratos infinitamente pasional, y luego, algo exclusivamente bello y cargado de razón.

Fui testigo de que Luis Hernández tuvo (como pocos) la oportunidad de encerrarse en una torre que se convirtió en claustro después de haber sido poema.... sin embargo no, Hernández con coraje ejemplar construyó otros poemas como vías de fuga y llegó hasta la calle. Allí donde perderá la vida.

"Mataron a Chicho Allende
Mi colega
que iba, con una
casaquita. de cuero
A conversar con las placeras
Mataron a Pablo Neruda
Aquí no se respeta
ni al poeta
Ni al médico
Sí señores
Las balas pueden más
quo los versos
Y la medicina”

Hernández es quizás el único entre nosotros que corta el clasicismo con la fuerza de la calle. Y la tentación de la Literatura que se le presenta todo el tiempo convierte su poesía en espada de doble filo.

Así, su doble lengua es muchas veces palabra simple que cabe en el ojo o en la mano, y en el metro que las mide. Y las coloca, y las ínstala, y hasta puede digerírseles...

Pero de repente salta la descripción, viene el paisaje encantado, el fantasma vestido de colores que rodea la colina romana o la playa yugoslava. Da igual si es una pérfida cantina de Surquillo o una comisarla de La Victoria.

La palabra (como diría él: se sale de madre), el discurso se independiza de la lógica, se crea el sueño y ya no bastan los ojos ni las manos para detener tanto escándalo, tanta libertad, tanta locura.

A estas alturas sus frases poéticas (a pesar de su cortadad métrica) se alargan al infinito. Olvidada la razón, se entra de lleno a un universo poderoso multilingüe y bello. Casi, casi como el universo de los dioses: hermosísimo y fugaz. También la vida.

(1) Luis Hernández. "Vox horrísona". Lima 1978.

Diario OJO, 14 de junio de 1978