Hernández: soledad y suburbio

por Jorge Salazar


Luis Hernández

I
Por años se pretendió alevosamente escamotear su voz y su presencia. Hoy gracias a "Vox horrísona" (1) nos enteramos que entre nosotros vivía un poeta maduro desde la adolescencia y que encontró en medio de una tragedia inmensa, estilo propio. Alguien que a pesar de la cortedad de sus días supo escapar del apego a la tradición e hizo de su poesía una manifestación viviente, y no en conserva.

II
Luis Hernández Camarero falleció en Buenos Aires el 3 de octubre del pasado año; sin embargo su llibro “Vox horrísona”, que nació sin él, queda como estremecedora verdad, imprescindible para todo aquel que pretenda conocer las mitades en la que están divididos los hombres...

III
Soledad es una de las mitades del mensaje de Hernández. Pero una soledad solidaria, empeñada mil y una vez en salirse de la Poesía y buscar la otra mitad en el murmullo, en el sudor en la fiesta del cansancio, en la acera de la calle. Allí nos lleva de la mano el poeta y allí está su corazón:

"MATAN A ROBACARROS"
El ladrón de autos ya se encuentra
En la morgue
Fue victimado a la una
De la madrugada
Los guardias primero dispararon
Al aire.
Pero como él se enfrentó
Le dispararon al cuerpo...".

IV
Muchas veces Hernández, aún sujetándose -por tentación clásica o por sentido de equilibrio- a la norma métrica, encabalga sus sonidos hacia la subversión. Pero no una subversión mítica. Es algo infinitamente relacionado con el mundo, con la sangre, con la vida cotidiana. Menciona a Shakespeare y a Darwin pero no se olvida de la gente común, del hablar común y de la calle.

V
Se vuelve a ratos contra la cultura, se siente otras intocable y sagrado. Y una rara conciencia, presente siempre en la médula de sus versos, lo salva y lo destruye todo: desde su soledad de artista, soledad despierta y encantada, palpa que la salvación, la subversión definitiva, ha de venir de la calle o no vendrá.

VI
Por eso, por la necesidad vital de una subversión que trastorne todos los catecismos, es la suya una poesía de contradicción, porque está empeñada en un tiempo, en el canto a la calle y sus gentes, sin hipocresías ni malas conciencias y, por otro, dejándose atar por la terrible soledad, por la belleza de la palabra, por el implacable paso de la historia y del tiempo.

VII
Por esa tentación del encierro y la mixtificación que todos los poetas, desde hace tres mil años, han sentido en su carne. Y que, valgan verdades, ha servido no sólo para describir una angustia o una desesperación, sino para pintar las señas, la identidad del tiempo que se vive. Hernández, al igual que Pasolini, bebe las aguas del oscuro río-tiempo en que se sumerge. Y por ello quizás, por osado, ya no lo contamos entre nosotros.
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(1) Luis Hernández "Vox horrísona" Edit. Ames. Lima, 1978

Diario Correo, 27 de mayo de 1978