Casablanca: el menú de la nostalgia

Ninguna película menos necesitada de publicidad que Casablanca, ese clásico dirigido por Michael Curtiz y protagonizado por la inolvidable pareja conformada por Ingrid Bergman y Humphrey Bogart y que ganase el Oscar 1943 para la mejor cinta. Sin embargo, esa vocación de recordar que a veces impone el tiempo quizás sea la causa, más de medio siglo después del estreno del comentado filme, de la aparición de un libro-recetario: Casablanca: Kitchen notes of the Rick's Cafe (Casablanca: Notas de cocina del Café de Rick). Las autoras, tres aficionadas estadounidenses (Sarah Key, Jennifer Newman Brazil y Vicky Wells) no han hecho otra cosa que elaborar una carta de comidas de ficción para esa otra ficción que tanto degustaron los cinéfilos de sesenta años atrás.


II

A pesar de que las recetas contenidas en el comentado volumen son demasiado sofisticadas como para imaginarlas degustadas en un ambiente como el de Casablanca, donde el temor y la muerte se constituyen como primordial fondo de la obra, vale la pena, disimulando la contradicción, considerar la cosa como punto de encuentro de dos grandes pasiones: la gastronomía y el cine. Y así, ya salidos de la trama, veremos a Bogart aplicado en hallar a conciencia la dosis precisa de zumo de naranja que debe contener el elaborado "coktail de whisky a lo Rick" que ofrecerá ya no a una angustiada mujer que huye con su marido de las zarpas policiales nazis, sino a una muchacha complacida de simbolizar al amor que viene de París.


III

Pero hablar de Casablanca, no puede ser de otra manera, es como mirar al pasado. Y si miramos al pasado con los ojos del presente, se corre el peligro de escaparnos del marco y olvidándonos de estrellas, diosas y leyendas hacernos preguntas más o menos insolentes. ¿Qué hizo posible que un melodrama tan pobretón y simple como Casablanca haya conseguido llegar hasta ese sitial que la memoria guarda para las joyas, para los inolvidables clásicos del cine? ¿Qué tuvo esa película que logró vencer a las siempre inclementes espinas del tiempo? ¿Cómo ha sido posible que durante varias generaciones la crítica haya pasado por alto la melodramática trama de la cinta y la haya calificado de inolvidable? Quizás la respuesta se encuentre en una sola palabra: nostalgia. Sí, la nostalgia...

(Jorge Salazar, del libro Crónicas gastronómicas)